editado por Erika Wischer
“¡Cómo pasa este ritmo, este ritmo, río mío, fuga de faisán de sangre ardiendo por mis ojos, naranjas voladoras de dos pechos en uno, y qué azules, qué verdes y qué oros diluidos en rojo, ah que compases infinitos!...
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… “La transparencia, dios, la transparencia… Dios ocupa -aglutina- el nombre de todas las designaciones anteriores, de toda esta nombradía. Dicha usurpación semántica permite la ilusión de una transparencia en la que la palabra abandona su somatismo, y todo puede optar a la ingravidez del azul (emblema modernista) o del aire. Ligereza obtenida desde la indistinción pronominal (provocadora de borramientos ontológicos):
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Lo eras para hacerme pensar que tú eras tú/ para hacerme sentir que yo era tú/ para hacerme gozar que tú eras yo/ para hacerme gritar que yo era yo/ en el fondo de aire en donde estoy, donde soy animal de fondo de aire/ con alas que no vuelan en el aire/ que vuelan en la luz de la conciencia/ mayor que todo el sueño/ de eternidades e infinitos/ que están después, sin más que ahora yo, del aire.”
Juan Ramón Jiménez