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miércoles, 13 de enero de 2010
Genios de luz y oro
—Genios del aire, habitadores del luminoso éter, venid envueltos en un jirón de niebla plateada.
—Silfos invisibles, dejad el cáliz de los entreabiertos lirios y venid en vuestros carros de nácar, a los que vuelan uncidas las mariposas.
—Larvas de las fuentes, abandonad el lecho de musgo y caed sobre nosotras en menuda lluvia de perlas.
—Escarabajos de esmeralda, luciérnagas de fuego, mariposas negras, ¡venid!
—Y venid vosotros todos, espiritus de la noche, venid zumbando como un emjambre de insectos de luz y de oro.
—Venid, que ya el astro protector de los misterios brilla en la plenitud de su hermosura.
—Venid, que ha llegado el momento de las transformaciones maravillosas.
—Venid, que las que os aman os esperan impacientes.
La corza blanca
Gustavo Adolfo Bécquer