jueves, 25 de marzo de 2010

Un instante, una brisa... un detenido recuerdo


Fotografía tomada en el Bosque del Recuerdo, en Madrid

Te recuerdo como eras en el último otoño.
Eras la boina gris y el corazón en calma.
En tus ojos peleaban las llamas del crepúsculo.
Y las hojas caían en el agua de tu alma.

Apegada a mis brazos como una enredadera,
las hojas recogían tu voz lenta y en calma.
Hoguera de estupor en que mi sed ardía.
Dulce jacinto azul torcido sobre mi alma.

Siento viajar tus ojos y es distante el otoño:
boina gris, voz de pájaro y corazón de casa
hacia donde emigraban mis profundos anhelos
y caían mis besos alegres como brasas.

Cielo desde un navío. Campo desde los cerros.
Tu recuerdo es de luz, de humo, de estanque en calma!
Más allá de tus ojos ardían los crepúsculos.
Hojas secas de otoño giraban en tu alma.

Pablo Neruda

http://www.palabravirtual.com/index.php?ir=ver_voz1.php&wid=207&p=Pablo%20Neruda&t=Te%20recuerdo%20como%20eras...&o=Pablo%20Neruda

Recuerdo que me hablabas descansando
todo el cuerpo en la voz, y tu voz era
la que llevaba al mundo de la mano,
amplia, segura, convencida, cierta.
Recuerdo… ya no sé. ¿Cuándo empezaste
a estar detrás de la memoria entera,
detrás y como un tren que caminara
sobre dos vidas en la misma rueda?

Luis Rosales
http://www.vivir-poesia.com/como-nace-un-recuerdo/

martes, 23 de marzo de 2010

Genio y figura


"Calímaco, en el Himno al Baño de Palas 57, ss., refiere que Cariclo, la madre de Tiresias, era una ninfa compañera inseparable de Atenea. Un día ambas se bañaban en la fuente Hipocrene cuando Tiresias, que sediento se había acercado, involuntariamente las vio. Atenea llena de cólera le dijo que saldría de allí con las órbitas vacías. La madre de Tiresias se puso tan triste que la diosa se apiadó de ella y lo convirtió en adivino; además le concedió larga vida, un bastón y ser el único que, una vez muerto, pudiera conservar su arte adivinatorio."

Margarita Rodríguez de Sepúlveda
Notas a la Biblioteca de Apolodoro


"Vino después el alma de Tiresias, el tebano, que empuñaba áureo cetro. Conocióme, y me habló de esta manera:

—¡Laertíada, del linaje de Zeus! ¡Odiseo, fecundo en ardides! ¿ Por qué, oh infeliz, has dejado la luz del sol y vienes a ver a los muertos y esta región desapacible? Apártate del hoyo y retira la aguda espada, para que, bebiendo sangre, te revele la verdad de lo que quieras."

Odisea - Canto XI
http://www.odisea.com.mx/Texto_y_comentarios/Canto_xi/Canto_xi.html

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