sábado, 8 de noviembre de 2008

Mariposa de Cristal

MARIPOSAS Y MUÑECAS DE CRISTAL

I
La mariposa de cristal en el día de rubí y noche de ónix. Es atraída por un fuerte aroma que emana de entre helechos de larga cabellera; es la rosa de una bella y resplandeciente niña.
II
Al verle. Da movimiento a su jocosa cabellera de oro y miel. Exhalados son los más exóticos perfumes, jamas conocidos en el oriente.
III
La vibrante se posa en la mano de la bella y ella fijando su mirada de grandes ojos negros, embelesada, recorre hasta el último detalle, de tan frágil y singular criatura.
IV
El batir de sus alas, con arte y arrojo, origina un tenue vientecillo, cosquilloso en los labios, de un rojo carmesí.
V
Ella, la bella siente su alma de cristal estremecer, siendo llevado el eco, alrededor, de la única ninfa; tan bella, como rosa en esplendor
VI
Luego la niña, de un suspiro, a mariposa y flor las cubre con su aliento, quedando cautivos de tal sortilegio.
VII
Símbolos y figura no dejan de manifestarse. La de ónix se posa en la larga cabellera. La mariposa se brinda de prendedor por un instante y la bella le pide que este sea para siempre.
VIII
Así, aquellos seres que la naturaleza logró con tal hermosura, nacieron para fusionarse con la magia del azar. El deseo se cristalizó en el perfume de los bucles de oro hechos de miel.
IX
Cada día se divierte y convierte nuevos seres, congelándolos, con su último suspiro, en aliento de desprevenidas ninfas.
X
Al querer los campos surcir tenues auroras, congelados y para siempre, pasan los días, hasta formar centurias, adornando el jardín de ese universo de cristal.


lunes, 3 de noviembre de 2008

La flor del círculo concéntrico

Meditaciones y Alegorías del Agua
Federico García Lorca

Hace muchos años yo, soñador modesto y muchacho alegre, paso todos los veranos en la
fresca orilla de un río. Por las tardes, cuando los admirables abejarucos cantan presintiendo el viento y la cigarra frota con rabia sus dos laminillas de oro, me siento junto a la viva hondura del remanso y echo a volar mis propios ojos que se posan asustados sobre el agua, o en las redondas copas de los álamos.
Bajo las mimbres picadas, y junto a la lengua del agua, y siento cómo toda la tarde abierta hunde mansamente con su peso la verde lámina del remanso y cómo las ráfagas de silencio pone frío el asombrado cristal de mis ojos.
Los primeros días me turbó el espléndido espectáculo de los reflejos, las alamedas caídas que se ponen salomónicas al menor suspiro del agua, los zarzales y los juncos que se rizan como una tela de monja.
Pero yo no observé que mi alma se iba convirtiendo en prisma, que mi alma se llenaba de inmensas perspectivas y de fantasmas temblorosos.
Una tarde miraba fijamente la verdura

movible de las ondas y pude contemplar cómo un extraño pájaro de oro se curvaba
obre las ondas de un chopo reflejado; miré a la copa real que estaba inundada de sol poniente
y sólo los invisibles pajarillos del viento jugaban entre las hojas; el pájaro de oro
había desaparecido.

Una frescura maravillosa invadió todo mi cuerpo, envuelto en las últimas hebras de la cabellera

crepuscular y una inmensa avenida luminosa atravesaba mi corazón. ¿Es posible? ¿Mi alma hace excursiones a las ondas en vez de visitar las estrellas?
La esquila de un rebaño ponía sus ecos oscuros en mi garganta y yo sentí la piel maravillosa de mi alma salpicada de gotitas cristalinas.¿Cómo no has guardado, alma mía, el temblor de Venus o el violín de los vientos y has guardado en cambio el alga sonora de las cascadas y la inmensa flor del círculo concéntrico?...¡Y vi todos mis recuerdos reflejados!

http://www.igme.es/siaga08/actos/Lorca.pdf

domingo, 2 de noviembre de 2008

He sido árbol...


El árbol cambia, según las estaciones, el colorido de sus ramas, y
éstas no son inmóviles, crecen y se mueven al compás del viento,
pero su tronco permanece firme, fiel a sus raíces. Así el poeta varía la musicalidad y temas de sus cantos; los que a medida que son más, se intensifican y se mueven de mano en mano, de boca en
boca, al compás de quienes lo leen y escuchan, y hasta le hacen
lecturas según el nivel de entendimiento que tengan, unos más de
lo que dice el poeta, otros menos; pero el poeta permanece fiel a
sus principios, a su verdad.
Y el poeta en su verdad tiene la vida y la muerte unida a la del
árbol; unidos respiran, boca a boca; siembre un árbol y alce su
canto por éste el poeta.
Son dos solitarios que se dan la mano y salen juntos a cantar una
vez, otro susurro, sus alegrías y miserias.

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