miércoles, 25 de junio de 2008

El triste Alfeo

Entre tanto, cual dando vueltas ciento,
en alta noche el can infiel dormido,
a espacioso redil el lobo hambriento
aúlla, y crece el mísero balido;
tal gira en tornos, firme aún en su intento,
la opuesta nube el dios; y más rendido,
por si su ingrata bella aún no se excusa,
«¡oh mi Aretusa», clama, «oh mi Aretusa!»
Desató el viento, en fin, la niebla fría,
dejando en descubierto al triste Alfeo,
fuente ya, a aquella por quien su porfía
torpes delicias prometió al deseo.
Vuelve a sus aguas, nunca a su alegría;
aunque, por corto de su dicha empleo,
le conceden que junte en su corriente
de su amada Aretusa con la fuente.


Poesía. Selección
José Antonio Porcel y Salablanca

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